Garaizabal se cuela en París y revive el Palacio de las Tullerías

Garaizabal se cuela en París y revive el Palacio de las Tullerías
Garaizabal se cuela en París y revive el Palacio de las Tullerías

París.- El escultor español Juan Garaizabal reconoce estar llegando a un punto de inflexión en su carrera artística, después de una etapa de «absoluta gimnasia creativa», al estrenar en París tres obras monumentales que reviven el desaparecido Palacio de las Tullerías.

Una lámpara de araña, dos jarrones -uno de ellos con una planta viva en su interior- y un reloj que gira en sentido contrario gracias a la luz del sol forman «Memoria Urbana de las Tullerías», con la que rinde homenaje a esta ciudad, su historia y arquitectura.

Emplazadas en la céntrica Plaza del Louvre, el artista interviene en uno de los principales ejes de la ciudad, que une el Museo del Louvre con el Arco del Triunfo, pasando por el jardín de las Tullerías, cuenta Garaizabal en declaraciones a EFE.

El Palacio de las Tullerías, con una fachada de más de 260 metros de largo, se construyó en 1564 en el lugar de una antigua fábrica de azulejos bajo las órdenes de la reina Catalina de Médici, pero fue incendiado en 1871, durante la Comuna de París, y destruido finalmente en 1883.

A Garaizabal esta ciudad le hizo un «guiño» en 2008 y desde entonces trabaja para traer a la capital parte de su esencia, ya que «París está por encima de todo» en cuanto a «potencia, estética y grandeza», admite.

El artista conoció la ciudad cuando tenía ocho años haciendo un campamento y desde entonces se quedó «petrificado» por su belleza.

Más tarde, regresó para hacer sus estudios y compartir alojamiento en una barcaza con un amigo. «En ese momento para mí París es el Centro Pompidou. Esa libertad, esas raíces, ese fundamento», admite el escultor.

Ahora, Garaizabal vuelve a París tras pasar por ciudades como Berlín, Shanghái o Miami, con más experiencia y seguridad en sí mismo: «Sé mejor quién soy y qué hago y qué puedo aportar a la escena francesa».

Durante su trayectoria profesional, Garaizabal reconoce haber buscado en qué puede ser «único y decisivo», para así dar con un lenguaje propio, mediante técnicas diferentes y la implementación de otras artes, como la música o la imagen.

«Consideraba París lo más complicado y me alegra que ese momento haya tardado», afirma el artista madrileño, que defiende que lleva «toda la vida» preparándose para tener un espacio así en el debate de la escena artística francesa.

Además de las obras situadas en la Plaza del Louvre, Garaizabal expone en el Castillo de Aunoy, a las afueras de París, su obra «Fragmentos de ayer», una suerte de escalera que no lleva a ninguna parte.

A diferencia de las anteriores, que se presentan en medio del bullicio de la ciudad, en esta obra Garizabal ha construido un lugar de reflexión donde las personas pueden hacer uso de la escultura, leyendo el periódico o tomándose un vino.

Garaizabal explica que tiene proyectos futuros en México y expondrá en Costa Rica en los próximos días.

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