Kiko Veneno: «La música no se hace contra nadie»

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Kiko Veneno: "La música no se hace contra nadie"

Madrid.- La sociedad necesita un mensaje de «serenidad, reflexión y conciliación», entiende el músico español Kiko Veneno, algo que él, como artista, ha intentado realizar con su nuevo disco, «Hambre», que habla de las «ganas de crear y de comunicar».

«Siempre he tenido esas ganas porque la profesión artística te invita a eso. Este trabajo se basa en las cosas buenas de la vida, porque la música no se hace contra nadie. Ahora mismo, que ni del fútbol se puede hablar, no necesitamos enfrentarnos más que a nuestra propia sensibilidad», dice Kiko Veneno en una charla con Efe en Madrid.

«Hambre», autoeditado y grabado en el estudio de su casa, llegó a las plataformas musicales hace solo unos días y mantiene abiertos algunos de los caminos abiertos por su anterior trabajo, «Sombrero roto», que le valió el Premio de la Música Independiente al mejor disco de 2019.

«La mayor parte son canciones que estaban en aquel proyecto, pero entonces no les tocó el momento del acabado. Cuando vas a hacer un disco, te quedas con las diez primeras que llegan a su sitio. Con las que tienes dudas, se quedan ahí», confirma.

La ocasión «de ver claro su destino» fue el año pasado, especialmente durante los tres meses de confinamiento por el coronavirus, cuando pudo volcarse de lleno en esas composiciones en busca de la «cualidad sonora que las diferenciara, de que tuvieran garra, sensibilidad y atención».

«Yo soy bastante lento (en mi proceso compositivo) y las canciones tienen vida propia», concede este artista nacido realmente como José María López en 1952.

En temas como «Luna nueva», muestra su nivel de optimismo, pese a la crispación actual. «Yo siempre soy optimista porque para crear hay que serlo, a no ser que seas pintor tenebrista», bromea, antes de proclamar: «Vamos a sacar lo mejor, lo bueno y que nos une, un poco de armonía, de ritmo y melodía».

Y «de silencio también», añade a continuación, de los «que nos permitan pensar» («que es la libertad más grande que se nos niega ahora», considera), pero también de los musicales, un elemento con el que juega este álbum de innovadores patrones rítmicos, como ya lo hacía en «Sombrero roto».

En un álbum en el que solo dos de las diez canciones incorporan batería, Kiko Veneno vuelve a jugar como en su anterior álbum a ser su propia caja de resonancia, simultaneando las nuevas tecnologías y su cuerpo, ya sean golpes de pecho, palmas o artificios con la boca.

Prueba de ello es el primer corte, el que se titula precisamente «Hambre» y que es «primo hermano» de otro titulado «Madera», nacidos en plena pandemia con una «frescura y espontaneidad» que se reafirma en versos que son Kiko Veneno al cien por cien: «Estoy falta de la voz / Y la letra se me ha olvidao / Menos mal que traigo yo / Zapatitos nuevos».

A su decimotercer disco de estudio llega además reivindicado por C. Tangana, que en su último álbum incluyó una colaboración llamada «Los tontos» que ensalzaba todas las cualidades compositivas del autor de «Échate un cantecito» (1992) como «homenaje a la rumba y a la música de raíces andaluzas, que es alegre y luminosa».

«Gracias a eso, seguramente la gente joven volverá a fijarse en esas músicas. Creo que ha tenido un efecto poderoso y que se mirará de otra manera la música de raíces que se había dado por una antigualla», considera al respecto.

Él, que ha sido puente entre muchas orillas, se echará ahora con su banda a las carretera españolas para presentar «Hambre».

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