ONU advierte que la pandemia dispara el riesgo para los civiles en guerras

Naciones Unidas.- El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió este miércoles que la pandemia del coronavirus está disparando el riesgo al que se enfrenta la población civil en zonas de guerra, complicando su protección y la entrega de ayuda humanitaria.

«La pandemia está amplificando y explotando las fragilidades de nuestro mundo», señaló Guterres ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al que presentó su último informe sobre protección de civiles en conflictos armados en una reunión por videoconferencia.

Según el jefe de la organización, el coronavirus se está haciendo notar en todo el mundo, incluidas las zonas de guerra, donde algunos bandos están aprovechando la pandemia para endurecer sus ataques o adoptar medidas de represión y donde se hace más y más difícil asistir a aquellos que lo necesitan.

Por ello, Guterres reiteró su llamamiento a un alto el fuego mundial que permita centrarse en combatir la enfermedad y en ayudar a los más vulnerables.

Según dijo, pese a las señales de apoyo desde que en marzo lanzó esa idea, ello no se ha traducido en «acciones concretas» y, al contrario, algunos están aprovechando la pandemia para lanzar nuevas ofensivas mientras la atención mundial está en el COVID-19.

Como ejemplo apuntó la guerra en Libia, que se ha recrudecido de forma importante en las últimas semanas y que ha causado al menos 58 muertes de civiles entre el 1 de abril y el 18 de mayo.

«Donde continúan los conflictos armados, el COVID-19 hace la protección de los civiles más difícil que nunca y hace nuestro apoyo más importante que nunca», insistió a las potencias del Consejo de Seguridad.

En la reunión intervino además el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Peter Maurer, quien advirtió que «la crisis del COVID-19 amenaza con convertirse rápidamente en una crisis de protección».

En ese sentido, denunció que desde marzo su organización ha documentado 208 ataques contra instalaciones sanitarias vinculadas a la pandemia en 13 países y que eso es solo el principio.

«Los impactos socioeconómicos causarán nuevas oleadas de desesperación, dejando a gente enfrentada al hambre y la pobreza, expuestos a abusos y explotación», avisó.

Maurer alertó además de que la respuesta de los Gobiernos a la pandemia puede convertirse en un arma contra la población, por ejemplo al excluir a grupos considerados «enemigos» de atención sanitaria o de una hipotética vacuna.

LA CRISIS EMPEORA UNA SITUACIÓN YA MALA
Guterres subrayó que la crisis del coronavirus llega en un momento en el que ya se estaba viendo poco progreso en la protección de los civiles, con más de 20.000 muertos o heridos confirmados durante 2019 en solo diez conflictos: Afganistán, la República Centroafricana, Irak, Libia, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Siria, Ucrania y Yemen.

La cifra, recordó, incluye únicamente incidentes verificados por la ONU y es, por tanto, solo una pequeña parte del total.

Según denunció, durante 2019 un 90 % de los muertos por armas explosivas en zonas habitadas fueron civiles, pese a los llamamientos a abandonar el uso de este tipo de armamento en áreas pobladas.

Además, decenas de miles de niños fueron obligados a combatir en 2019 y, a final de año, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) estaba gestionando unos 140.000 casos de personas desaparecidas en todo el mundo.

«Las mujeres y niñas en zonas afectadas por conflictos fueron objeto de vergonzosos niveles de violencia sexual y de género», añadió Guterres, que denunció también los repetidos ataques contra trabajadores humanitarios en varios países como Afganistán y Yemen.

EXIGENCIAS A LOS PAÍSES
En su informe, Naciones Unidas urge a los países a «repensar» su enfoque de la guerra urbana, poniendo la protección de los civiles en el centro de sus estrategias, y alerta sobre el creciente uso de drones para llevar ataques.

Guterres pidió además dar respuesta a las «implicaciones legales, morales y éticas» que plantea el desarrollo de armas autónomas, los llamados «robots asesinos», y defendió su prohibición a nivel internacional.

También reclamó hacer más para combatir el uso de los ataques informáticos contra infraestructuras civiles, sobre todo después de ver el aumento de esas operaciones contra centros sanitarios durante la pandemia.

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