Madrid.- La Tierra y Marte se sitúan cada dos años en la posición idónea para lanzar misiones espaciales, un momento que en las próximas semanas aprovecharán tanto un veterano en estas lides, Estados Unidos, como dos países que se aventuran por primera vez rumbo al planeta rojo: China y Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El trío tendría que haber sido cuarteto, pero la misión conjunta prevista por la Agencia Espacial Europea (ESA) y Rusia tendrá que esperar a 2022, para dar más tiempo a realizar pruebas.
En todo caso, España sí estará presente en la aventura hacia Marte dentro de la misión estadounidense, pues lidera uno de sus instrumentos y ha fabricado una de las antenas.
Avanzar en el conocimiento de Marte y, sobre todo, intentar dar respuesta a la pregunta de si existió vida allí son los objetivos de estas misiones a un planeta frío, árido e inhóspito y «que no quiere que vayamos», dice el coordinador de la Unidad de Cultura Científica del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), Juan Ángel Vaquerizo.
Pero Marte no siempre fue así. Los datos que conocemos señalan que hace unos 3.500 millones de años era muy parecido a cómo era la Tierra en esa época, momento en el que en nuestro planeta apareció la vida, por lo que «es lógico pensar» que allí también pudo surgir.
La Nasa es ya una veterana en ir a Marte y los objetivos científicos de la actual Mars 2020 son más ambiciosos, mientras que para EAU y China se trata de misiones «pioneras» y lo más importante es probar que pueden hacerlo, indica Vaquerizo.
China ya intentó mandar una sonda en 2011, pero no de forma independiente, pues estaba incluida en una misión Rusa a la luna marciana de Phobos, que acabó en fracaso.
La primera en encender motores será Hope, la sonda orbitadora de EAU, que tiene previsto el despegue desde Japón el 15 de julio a las 05.51, hora local (20.51 GMT del martes 14).
Desde su órbita alrededor de Marte, quiere mostrar la primera imagen completa de la atmósfera del planeta y los científicos esperan poder responder a preguntas sobre la falta de hidrógeno y oxígeno, la forma en que se distribuye el polvo, las nubes de hielo y el vapor.
A partir del 30 de julio -la fecha definitiva se concretará en los próximos días- será el turno de la Nasa con Mars 2020, que buscará señales de antigua vida microbiana, caracterizará la geología y el clima, recogerá muestras de roca y sedimentos para que una futura misión -prevista en 2026- los mande a la Tierra, y preparará el camino para la exploración humana más allá de la Luna.
La gran estrella de esta misión será el vehículo de exploración espacial róver Perseverance, que lleva a bordo un instrumento liderado por España y hecho en el Centro de Astrobiología -explica Vaquerizo-, la estación meteorológica Meda, para medir el tiempo y monitorizar el polvo.
Además, la antena de alta ganancia que lleva para comunicarse con la nave en órbita y mandar datos «es enteramente española y la más avanzada del mundo».
Perseverance aterrizará en el cráter Jezero, de 45 kilómetros y al norte del ecuador marciano, en el que en algún momento hace entre 3.000 y 4.000 millones de años fluía un río. Un lugar «donde posiblemente, según Vaquerizo, podría haber huellas de vida pasada».
El experto destaca además a Moxie, un dispositivo para transformar el CO2 de la atmósfera en oxígeno. La Nasa tiene ya en mente la exploración humana de Marte y este instrumento demostrará una forma en que los futuros exploradores podrían producir oxígeno para respirar y como propulsión.
Sin olvidar al helicóptero Ingenuity, una especie de dron con dos hélices, que probará si se puede volar en Marte, donde la atmósfera es mucho más tenue, por lo que es mucho más complicado que un aparato volador se sustente», de hecho, sus hélices tendrán que girar cien veces más rápido de lo que lo harían en la Tierra.
«¡Como vuele, va a ser flipante!», exclama Vaquerizo, quien dice que, si se consigue probar que en Marte se puede desarrollar tecnología voladora, daría «la capacidad de explorar el entorno en un radio de acción infinitamente mayor que ahora con un róver».
La misión de la que menos se sabe es la China Tianwen-1, que podría lanzarse hacia el 23 de julio, la cual mandará un orbitador, un aterrizador y un rover.
«La china es una agencia espacial ya madura para acometer este tipo de empresas y se ha jugado el todo por el todo», pues nunca se ha intentado el triplete en una primera misión, señala Vaquerizo, y de conseguirlo será el segundo país que aterrice un rover en Marte.
Se espera -agrega- que estudie el campo magnético y gravitatorio del planeta; llevará además espectómetros para analizar la composición de rocas y suelo, y radar para mapear hasta cien metros la superficie de Marte, en búsqueda de agua y hielo.
Hacer los últimos preparativos para ir a Marte durante la pandemia de covid-19 ha supuesto un desafío extra que, en el caso de la Nasa, han requerido «una solución creativa a los problemas, trabajo en equipo y determinación», indica en su web, mientras que la sonda de EAU tuvo que viajar a Japón antes de lo previsto.
El coronavirus también complicó el trabajo de la ESA y la rusa Roscosmos, que en marzo anunciaron el aplazamiento a 2022, para poder hacer ensayos pendientes, de su misión ExoMars, que incluye el rover Rosalind Franklin, para buscar signos de vida.
Vaquerizo destaca la necesidad de ser «cautelosos» cuando hay que decidir sobre una misión de este tipo, donde hay «tantísimo» dinero y lo que «te juegas es tanto», porque el fracaso «no tiene vuelta atrás y es una pérdida irreparable».