La frontera hispano-lusa se despereza con un turismo reticente

Vilar Formoso (Portugal).- La frontera hispano-lusa se despereza con tranquilidad, después de que el pasado 1 de julio se abrieran las fronteras y el tránsito de turistas que buscan un destino en Portugal aún es escaso.

En la mañana de ayer, después de muchas semanas, se acercaron los primeros turistas españoles a la oficina de información ubicada en la frontera de Vilar Formoso y Fuentes de Oñoro.

Procedían de la región española de Castilla y León y querían pasar el día en la tranquila ciudad amurallada de Almeida, a un cuarto de hora de esta zona.

Los pocos turistas que cruzan en su vehículo la frontera van en caravana. En años anteriores, era habitual que pasaran la frontera en la primera semana de julio cientos de turismos españoles que buscaban la costa atlántica portuguesa, sobre todo las zonas de Aveiro y Oporto.

En Mira, un pueblo costero de la región Centro de Portugal al que acuden miles de españoles cada verano aún no hay visitantes procedentes de España, confirmó su alcalde, Raúl Almeida.

De momento, el turista se muestra reticente, aunque los restaurantes de los pueblos lusos limítrofes celebran que algunos comensales españoles hayan decidido comer al otro lado de La Raya, algo que no podían hacer desde que se cerraran las fronteras el 16 de marzo por la pandemia de la covid-19.

España es el tercer país emisor de turistas en Portugal, con casi dos millones anuales de visitantes y un gasto que supera los 2.100 millones de euros anuales, lo que supone el 13 % del total.

El objetivo de Portugal es el de salvar parte de la crisis del sector atrayendo a los turistas españoles, dada la proximidad.

«La gente está tanteando el terreno», explica el dueño de un hipermercado de Vilar Formoso Francisco Andrade, en relación a los españoles que cruzan la frontera para hacer turismo en Portugal.

«Poco a poco van viniendo españoles», concluye Andrade, que reconoce cómo gran parte de los turistas que cruzan la frontera son visitantes que van en caravana.

Hasta mediados de mayo, Portugal se había erigido en el país de referencia del sur de Europa a la hora de controlar la pandemia, pero desde finales de ese mes Lisboa se convirtió en la excepción con cientos de positivos diarios que aún no han controlado.

Un nuevo mazazo para el turismo portugués llegó ayer con la decisión del Reino Unido de imponer cuarentena obligatoria para los que entren en suelo británico procedentes de Portugal, con excepción de los archipiélagos de Madeira y Azores.

En la práctica, esta medida provocará que los propios británicos que visiten Portugal durante las vacaciones tengan que realizar cuarentena a su vuelta a Inglaterra, lo que podrá tener un fuerte impacto sobre el turismo, que supone el 15 % del PIB del país luso.

Empresarios hoteleros de la región del Algarve, donde sobresale el turismo de playa y destino preferido para los ingleses, prevén que la tasa de ocupación veraniega ronde el 30 %, «algo nunca visto con anterioridad», dijo esta semana el presidente de la Asociación Portuguesa de Agencias de Viaje y Turismo, Pedro Costa Ferreira.

El Reino Unido es el principal mercado emisor turístico de Portugal y en 2019 supuso una quinta parte de los visitantes extranjeros, con 9,4 millones de pernoctaciones, especialmente en la región costera del Algarve, a la que acuden el 63 % de los turistas ingleses que llegan a Portugal.

Para el Gobierno portugués, la medida es «absurda» y «injusta», mientras el primer ministro luso, António Costa, enviaba ayer un mensaje a los turistas ingleses a través de su Twitter: «¡son bienvenidos a pasar unas vacaciones seguras en el Algarve!».

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